jueves, 20 de enero de 2022

Turismo con La fragua (2): un paseo por el río Yuspe


 Ojos de agua en el río Yuspe (foto de Ana Cristina Carranza).


CAPÍTULO XI (fragmento)

LA NOCHE ESTRELLADA (VAN GOGH)


Llegaron temprano por la mañana. Luego de dejar el vehículo a cargo de un lugareño en el refugio de piedra con tejados rojos próximo al río Yuspe, él y el grupo de cuatro turistas –dos santafesinos y dos porteños– emprendieron el camino hacia Los Gigantes, las moles graníticas ubicadas al norte de la Pampa de Achala. Los excursionistas llevaban el equipaje indispensable, tal como se los había indicado, para que la marcha se hiciera a buen ritmo. Solo uno, el santafesino de mayor edad y ascendencia alemana, llevaba bastones telescópicos para trekking. 

El primer tramo de la travesía por los ojos de agua que formaba el Yuspe en las rocas se hizo más lento: el líquido resonaba en pequeñas cascadas, se intrincaba en laberintos rocosos y los turistas se detenían a menudo, maravillados por los estanques naturales formados en las oquedades de piedra, semejantes a morteros excavados por una raza de gigantes. El cielo, reflejado en esos pozos, parecía más próximo que nunca. Las montañas, en cambio, aún se veían lejos. Habían caminado largo rato y Los Gigantes lucían impertérritos y distantes respecto de la expedición.

La meseta de pastizales recios, azotada por el viento, fue dejando paso a las rocas de la base del macizo. Una nube dividía la vista de la montaña en dos partes: la más baja, con sus rocas iluminadas, atravesadas por múltiples vetas, grietas y fisuras: el nivel siguiente, solo visible como una silueta oscura. Pronto comenzaría el ascenso más trabajoso.

Al llegar al pie del cordón, les explicó que el trekking que estaban haciendo se podía considerar como un paso intermedio entre la actividad de campamento y el montañismo. En los dos días siguientes iban a tener oportunidad de hacer otras actividades de escalada.

–Incluso vamos a practicar rappel, una técnica que se utiliza para descender por medio de cuerdas en zonas verticales o muy inclinadas –les dijo.

La mañana estaba soleada y no muy fría, pese a la altura. El viento hacía cimbrear los pastizales y la cadena montañosa se sobreponía al horizonte que sus ojos podían abarcar. Los turistas se maravillaron con el descubrimiento de una cueva y un manantial cercano surgiendo entre las piedras. Él aprovechó para ilustrarlos e impresionarlos a la vez.

–Las rocas del lugar son fascinantes. Tengan en cuenta que el cuerpo de Los Gigantes es una intrusión de granito del período precámbrico, así que abundan rocas coloridas de los tres materiales que forman el granito: la mica, el cuarzo y el feldespato.

Los turistas lo miraron, sorprendidos por sus conocimientos; no les dijo que ese detalle en particular no lo había aprendido leyendo material de geología, sino el cuento Final del Juego, de Julio Cortázar.

–Considérense afortunados por estar en Córdoba, una provincia hermosa, que es casi como una representación a escala del país: tiene una columna vertebral al modo de la cordillera, compuesta de varias cadenas de montañas, de las cuales están viendo la más grande e imponente; tiene también amplias extensiones de llanura, como las pampas, montes, desiertos y salares; y hasta un mar propio, el único mar interior de la Argentina.

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Analía Bonifay y el autor, con los ejemplares que intercambiaron

  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.