jueves, 22 de septiembre de 2022

CAPÍTULO V (fragmento)

 Tomó el marcador y comenzó a anotar algunos puntos clave en la pizarra: el docente se superponía al especialista.

–Es un hombre muy fuerte, de gran condición física. Es temerario, no teme pelear cuerpo a cuerpo, incluso con rivales mayores en tamaño. En el primer asesinato, cometido en la casa de la pareja, se trenzó en lucha con el marido y lo golpeó ocasionándole la muerte. Los forenses comprobaron fracturas costales con contusión del lóbulo pulmonar izquierdo, que dificultaron la respiración y ocasionaron un paro cardiorrespiratorio traumático. El segundo esposo asesinado era un exrugbier, medía 1,96, y lo mató con dos golpes muy precisos. Según las pericias, por el ángulo del golpe, el señor S es unos 10 centímetros más bajo que Tomás Ritter. Hasta ahora, no ha usado armas de fuego ni cortantes. 

El profesor abrió el expediente en la sección donde aparecían las fotos.

–Sin embargo, su temeridad se combina con una gran capacidad de planificación. Es agresivo, pero posee capacidad de autocontrol. 

–Cierto: la escena del crimen no muestra rastros de frenesí criminal, no hay manchas de sangre ni desorden –destacó Dell´ Arthur.  

–Tengan en cuenta que la agresividad no es mala en sí misma, pues permite que el individuo se constituya como tal, ganando independencia y dominio del entorno. Si el impulso agresivo queda totalmente bloqueado, surge la enfermedad: Konrad Lorenz aporta el ejemplo de los indios Ute, que sufren de neurosis porque sus rígidas normas éticas impiden cualquier descarga agresiva. 



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