sábado, 9 de abril de 2022

Una excursión al Valle de Los Lisos en La fragua

CAPÍTULO XII (fragmento)

 A la siesta, emprendieron la marcha hacia el Valle de Los Lisos. Caminando a buen ritmo y deteniéndose cada tanto a apreciar el paisaje, el grupo se internó en el vallecito cerrado, con su tapiz de hierbas serranas surcado por arroyos fríos y cristalinos. El paisaje excavado durante millones de años quitaba el aliento: balcones de vegetación recorriendo paredes graníticas de centenares de metros, árboles colgados sobre abismos, cursos de agua hundiéndose entre roquedales, senderos de pasto serpenteando por aleros suspendidos. Las rocas flanqueaban el camino de tal forma que creaba en ellos la ilusión de estar navegando por el cañón de un río. En cualquier dirección que miraran, en rincones recónditos, alturas inaccesibles y pendientes linderas con barrancos y cañadas, se desplegaba el encanto de las sierras. El aire del Valle de Los Lisos parecía atravesado por extrañas vibraciones, como si esa porción del mundo estuviera regida por leyes distintas a las del resto, como si perteneciera a un orden primigenio donde los árboles y las rocas aún arrancaban ecos de los primeros días, cuando el género humano no existía. 

Foto tomada de voydeviaje.com.ar

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