CAPÍTULO XXXIII (fragmento)
EL JARDÍN DE
LAS DELICIAS (EL BOSCO)
Luego de su redescubrimiento, la Municipalidad de Córdoba había recuperado la Cripta para la realización de conciertos, representaciones teatrales, muestras y conferencias que fueran apropiadas para el recinto. Ese día, una muestra con reproducciones del Bosco recientemente inaugurada había convocado a una nutrida concurrencia. Al cumplirse la hora de cierre, después de invitar a retirarse a los más rezagados, un guardia de seguridad comenzó a cerrar el acceso frontal de la Cripta. En la pequeña oficina habilitada para fines administrativos, dos empleadas iniciaron el arqueo de rutina con la recaudación del día. El otro guardia sacó dos vasitos de plástico colmados de la máquina automática de café ubicada en el mismo cuarto y se unió a su compañero en la nave central. Ya sin visitantes, ambos se permitieron una pequeña contravención y encendieron un cigarro para compartir, esperando que las administrativas terminaran su tarea.
Los muros de piedra bola, cal y ladrillos de barro cocido reverberaban con las luces de los cirios, situados para producir efectos luminosos más intensos. Al caer la noche, sin movimiento de gente, las reproducciones del Juicio Final del Bosco, enfocadas por dicroicas, se fundían con las paredes de la nave central de la Cripta. Sus figuras, monstruos y hogueras adquirían una presencia fantasmagórica, mientras los sonidos del exterior, filtrados por la estructura, poblaban el recinto con murmullos de catacumba.
En la sección donde un tríptico mostraba escenas del Infierno y del Diluvio, una sombra se proyectó sobre las imágenes de la Caída de los ángeles rebeldes y La Humanidad acosada por demonios. Las diminutas hogueras de los cirios temblaron cuando una figura cruzó lentamente en dirección a la nave central.
Detalle de El Diluvio, La Humanidad acosada por los demonios, de El Bosco (foto de https://reproarte.com/es/)
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