CAPÍTULO LV (fragmento)
En su estudio, mientras escuchaba “Babooshka”, el tema de Kate Bush cuyo comienzo siempre le generaba melancolía, Dasombrío revisaba copias de algunos informes del caso que Caraballo le había proporcionado. Entre ellos, había escritos donde Corostic declaraba su fascinación por la vulcanología y la astronomía, describiéndose a sí mismo como “alguien fascinado por la Tierra y por el Cielo”.
Había varios párrafos dedicados a destacar que, en el año 2012, el despertar del Ojos del Salado había coincidido con el tránsito de Venus entre la Tierra y el Sol. Corostic alardeaba de sus conocimientos, anotando que el tránsito precedente había tenido lugar en 2004, 122 años después del anterior en 1882. “Por eso, en el 2004 no había ninguna persona viva que hubiera presenciado un tránsito antes, como no habrá ninguna en el tránsito siguiente, que se producirá en el año 2117”.
En otro texto, encontró la cita de la frase de Kepler favorita del criminal. De inmediato, recordó el juego de asociaciones Hagenbach-Kepler y Dasombrío-Brahe; aunque sonara paradójico, sintió que compartir la admiración por el astrónomo con alguien que había matado a tantas personas no le resultaba incómodo.
En cambio, sí le produjo congoja evocar la asociación de Dell´ Arthur como Plinio el Viejo y de Caraballo como Plinio el Joven, la figura en el aire que tan claramente había captado Loringhoven. No pudo dejar de coincidir con Máximo en la sensación de sentirse como piezas de una partida cuyos movimientos habían sido preestablecidos, cuerpos celestes condenados a respetar órbitas y trayectorias por la fuerza de la ley de gravedad.
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