sábado, 25 de junio de 2022

El ojo de silencio, de Max Ernst, en La fragua

 CAPÍTULO III (fragmento)

EL OJO DEL SILENCIO (ERNST)



Le gustaba caminar por el río bordeando las rocas, que allí eran grises e imponentes, y disfrutaba en particular de ese lugar al que le había dado un nombre propio: El Ojo del Silencio, porque le recordaba al cuadro de Max Ernst, una especie de teatro con rocas altas donde el río se encajonaba, proyectando reflejos y reverberaciones de luz danzando contra las aristas de piedra que enmarcaban ese tramo del río San Antonio.

La fascinación por el lugar tenía que ver con la visión del óleo de Ernst, también con esa especie de embudo silencioso que producía la disposición de las rocas y con el vértigo que sentía al asomarse hacia el calmo y oscuro ojo de agua, unos 20 metros por debajo de sus pies, al que nunca se había atrevido a arrojarse. Desde la primera vez que vio El Ojo del Silencio, experimentó una aprensión difícil de definir, como una suerte de temor reverencial. Esa sensación permanecía como un enigma que no había podido descifrar en cientos de visitas al lugar. Quizá fuera la calma superficie del agua, con una oscuridad que muchas veces no dejaba pasar la luz; quizá fuera ese vacío del que todos los sonidos parecían fugarse, dejando el silencio suspendido entre las paredes de piedra.


A pocos metros de allí, el río se dejaba apreciar en su esplendor de colores, olores y sonidos. El desnivel y el agrupamiento de piedras lo dividían en dos brazos desiguales, sobre un conjunto de rocas grises con vetas más claras en plano inclinado hacia el oeste, formando dos pequeñas cascadas donde el torrente se hacía blanco espuma por un momento para luego retomar su color cristalino, teñido de amarillo hacia la orilla por la arena y salpicado de sol en toda la extensión de la olla en la que se embalsaba antes de encontrar otro rápido. Soplando contra la corriente, el viento de ese momento creaba la ilusión de que el flujo del curso de agua se había invertido.

El río traía piedras de infinitos tamaños, texturas y minerales, como una representación a escala microscópica de la inmensidad de la Creación. Las miraba y se preguntaba de dónde provenían, cuán viejas eran, por cuántas edades del mundo habían pasado, si habían permanecido impasibles allí o habían sido arrastradas desde paredones, cuevas o despeñaderos. Solía pasar horas caminando y saltando descalzo entre las piedras para sentir el contacto con la roca y comprobar satisfecho que su cuerpo aún era firme y que sus reflejos y sentido del equilibrio le permitían hacerlo todo como cuando era adolescente.

Después de un par de horas de caminata y exploración por el río, volvió a Metzadir, la antigua residencia familiar que había reformado y transformado en su refugio personal, recostado sobre las primeras estribaciones de las Sierras Grandes. 



Foto extraída de: https://www.flickr.com/photos/artimageslibrary/5444981401


sábado, 18 de junio de 2022

Rorschach en La fragua

 CAPÍTULO II (fragmento)

LOS COMPAÑEROS DEL MIEDO (MAGRITTE)


El profesor César Dasombrío observó el canto del libro, notando cómo las zonas apenas manchadas señalaban las páginas más consultadas. Luego de esa pausa rítmica –que siempre se imponía antes de redondear un diagnóstico–, retomó su tarea y revisó sus notas. Quizá con el Rorschach y el TAT ya tenía elementos suficientes: “tipo de resonancia íntima, introvertido, predominio de respuestas K en lugar de C...”. 

Tener que transferir a ese paciente le pesaba, pero la llamada de Dell´ Arthur había sido perentoria: el caso era la máxima prioridad policial, y en algunos despachos gubernamentales ya se estaba convirtiendo en un asunto de alta política. La reunión con el equipo de investigación sería al día siguiente, temprano por la mañana. Cerró los cajones del escritorio y apagó la lámpara. Luego de regar el helecho con un rociador, salió del estudio y suspiró: esperaba que, al menos, el pedido de licencia en la universidad no tuviera que ser inmediato.




domingo, 12 de junio de 2022

Primera erupción de La fragua, casi 10 años atrás


En diciembre de 2012, La fragua obtuvo la 1era mención de recomendación de publicación entre 711 novelas participantes de toda Latinoamérica en el Concurso de revista Lamás Médula. 

Luego de eso, siguió un arduo proceso de nueva corrección personal, que alumbró la primera edición (en 2021, de la mano de La Central Editora, bajo la conducción de Jorge "Droopy" Campos) y también el inicio de la escritura de la segunda novela de la saga (en 2018) y el germen de una tercera, para conformar lo que será la Trilogía de las Sombras.  

domingo, 5 de junio de 2022

Una visita a la Catedral de Córdoba en La fragua

                                                        CAPÍTULO XXVI (fragmento) 


Después de almorzar regiamente en un restaurante céntrico, aprovecharon la tarde para un último circuito por el centro histórico. Dividió el paseo en dos partes: durante las primeras tres horas, les hizo conocer las numerosas construcciones subterráneas realizadas durante la colonia y el siglo XIX: las celdas del Cabildo, que databan del siglo XVII y XVIII, la celda de castigo y reflexión del Colegio Nacional de Monserrat y la Cripta Jesuítica del Antiguo Noviciado. Luego del recorrido subterráneo, cambiaron a su opuesto: el de Córdoba de las Campanas, donde él podía explotar el hecho de oficiar de guía turístico en la ciudad argentina con mayor cantidad de iglesias de diversos orígenes y estilos. 

–Estamos en la Catedral, que comenzó a construirse en 1574 y demandó 200 años de trabajo hasta su finalización. La cúpula data de 1753 y en la bóveda de su nave central se puede apreciar la obra La Iglesia triunfante, del pintor cordobés Emilio Caraffa. Se trata de una de las iglesias más importantes del país. Desde la plaza por donde ingresamos se puede admirar su mezcla de estilos; incluye ángeles músicos de procedencia aborigen, torrecillas, curvas y cúpulas barrocas, ventanillas arábigas, esculturas de cuño aborigen en las torres y líneas rectas y simples del neoclásico en el frente. 

Mientras contemplaba el paisaje urbano desde los campanarios de la catedral y las iglesias de la Compañía de Jesús, Nuestra Señora de la Merced, la Basílica de Santo Domingo y Santa Catalina, notó cómo la fisonomía de la ciudad cambiaba conforme caía el sol y cómo se sumaban policías. 

Con una subida al Cabildo Histórico, donde los turistas pudieron apreciar mejor el rebatimiento de las fachadas del mismo sobre el piso, dieron por terminado el city tour. La pareja de italianos estaba tan encantada como exhausta.  


Foto: https://www.welcomeargentina.com/cordoba/catedral-cordoba.html

Analía Bonifay y el autor, con los ejemplares que intercambiaron

  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.