CAPÍTULO IV (fragmento)
En los asesinos seriales sádicos, el placer se vinculaba con mantener a la víctima en estado de agonía: algunos elegían el estrangulamiento como método, porque hacía que la muerte fuera más lenta. Andrei Chikatilo, “El Carnicero de Rostov”, asesino de más de 50 mujeres y adolescentes en la antigua Unión Soviética, había aprendido a herir para causar la pérdida de sangre que lo excitaba, sin provocarles la muerte inmediata.
Portada del libro de Peter Conradi sobre Andrei Chikatilo.
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