jueves, 8 de diciembre de 2022

Plinio El Viejo aparece en La fragua

 Capítulo XXXVIII (fragmento)


–Imagine que somos alumnos suyos y relátenos la historia de la erupción del Vesubio –pidió Víctor.

–Creí que descansaríamos en este trayecto.

–No quiero que nos hable del Jardín de los Fugitivos, sino que haga un relato histórico de la erupción, para conocer el contexto. Nunca se sabe, quizá haya algo de utilidad.

–De acuerdo –dijo Loringhoven, complacida de poder hablar en esos términos. Como si estuviera ante sus alumnos, comenzó–: la erupción del Vesubio que sepultó la ciudad de Pompeya fue presenciada por Plinio El Viejo, que dirigía las tripulaciones de la flota romana. Él también fue víctima de las emanaciones del volcán cuando intentaba socorrer a la ciudad. Pompeya quedó olvidada por generaciones. A fines del siglo XVI, se encontraron sus ruinas. Todas las fotos que puedan ver no le hacen justicia: es impresionante caminar por esas calles y calzadas de adoquines, donde todavía se ven las rodadas de los carruajes, edificaciones en pie y docenas de cuerpos humanos y animales domésticos petrificados por las cenizas volcánicas. 

Escuchándola, Víctor recordó las sensaciones que experimentaba cuando hablaba el profesor. Máximo también, pero se dijo que sin duda la prefería a ella. 

La geóloga notó la concentración de las miradas masculinas. Estaba habituada a concitar la atención de los hombres y se sentía muy segura de su atractivo físico, excepto por un detalle, que procuraba ocultar con su cabello: el lóbulo de su oreja izquierda le parecía desproporcionadamente grande. Esperando que ninguno lo notara, se ajustó los lentes sobre el puente de la nariz y prosiguió.



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Analía Bonifay y el autor, con los ejemplares que intercambiaron

  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.