CAPÍTULO XI
La caminata les había abierto el apetito: comieron abundantemente
y, luego del almuerzo, hicieron un descanso de 40 minutos antes de comenzar el
ascenso.
La ruta no presentaba mayor dificultad. Bastaba con
usar adecuadamente piernas y brazos para subir. Cuando los turistas miraron hacia
abajo para ver cuánto habían ascendido, ya estaban a punto de hacer cumbre.
La vista desde la cima era magnífica. El Valle de
Punilla lucía al sol en todo su esplendor. Les describió el panorama que se
ofrecía ante sus ojos. Recostada sobre las faldas de las Sierras Chicas podían
ver Villa Carlos Paz, rodeando al dique San Roque; detrás de ese cordón, la
ciudad de Córdoba. A lo largo del valle, con algunas nubes rondando, se
insinuaban Bialet Massé, Cosquín y
Foto gentileza Agencia Córdoba Turismo (ACT).
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