CAPÍTULO XXV
Dedicó cinco minutos a examinar la vista panorámica. Hacia el frente estaba la plaza, provista de abundantes árboles, con copas pobladas aún en esa época. En una esquina corría la calle principal, que conectaba con la que daba acceso al hotel. En la otra, una peatonal. A esa hora, ahí se ubicaban los agentes. De noche, seguramente la presencia policial sería más nutrida. Las cámaras del sistema de seguridad urbana estaban lejos y se enfocaban sobre todo en calles y peatonales.
Acercando la vista desde las veredas de la plaza hacia el hotel se encontraban, a ambos flancos del edificio, las columnas de alumbrado público. Hacia su izquierda había algo todavía más interesante: el cartel vertical de una entidad bancaria, ubicado a unos 20 metros de distancia. Calculó que su longitud llegaba casi hasta el segundo piso del hotel.
Volvió hacia la caseta que comunicaba con la azotea. Se apoyó contra la puerta para cerciorarse de que no hubiera ruidos cercanos. Abrió la cerradura nuevamente y descendió hasta el sexto piso desde el rellano oscuro, espiando antes de asomarse. Nadie a la vista.
Al descender por la escalera, se detuvo un momento en el sexto piso. La suite matrimonial VIP estaba marcada con el número 601.
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