lunes, 28 de marzo de 2022

Un descenso a las profundidades en La fragua

CAPÍTULO XXXIII (fragmento)

                                         EL JARDÍN DE LAS DELICIAS (EL BOSCO)

 

La Cripta Jesuítica del Noviciado Viejo se halla sumergida en la intersección de las calles Rivera Indarte y Avenida Colón. Construida en las primeras décadas del siglo XVII como lugar de oración del noviciado de los padres jesuitas, su redescubrimiento en 1989 dio ocasión para que distintos estudiosos del pasado cordobés se disputaran quién había sido el primero en referirse a su existencia. 

En términos de envergadura y riqueza espacial, se trata quizá de la construcción subterránea más singular de todas las que hay en la ciudad: su organización en una nave central y dos laterales, el carácter de su estructuración desde el acceso hasta la última recámara, la complejidad de las naves laterales y la combinación de dos esquemas tipológicos –uno central y otro lineal– en un mismo edificio. Su calidad compositiva remite a los proyectos del Renacimiento Italiano, puesto de manifiesto por las proporciones, geometrías y recursos que un desconocido diseñador jesuita plasmó en un patrón geométrico-espacial cúbico inspirado en los esquemas que Filippo Brunelleschi planteó para sus edificios florentinos del siglo XV. 

El sistema constructivo, resuelto con eficiencia y sencillez, se destaca por el uso de piedra y ladrillos, la primera para soportar las cargas verticales en los pilares y los segundos para los arcos que arman las bóvedas. Detalles como la gradación de piedras a ladrillos por encima de las hornacinas o los ladrillos cortados en forma de cuña para resolver el arco de acceso a la última recámara marcan la impronta de una inteligencia y una destreza poco comunes en el manejo racional de recursos limitados. 

La Cripta data aproximadamente de 1650, cuando la Orden Jesuítica fue trasladada desde la que actualmente es la esquina de Rivadavia y Rosario de Santa Fe a la intersección de Avenida Colón y Rivera Indarte. En 1767, con la expulsión de los jesuitas por orden del rey de España Carlos III, sus posesiones pasaron a la Junta de Temporalidades, que cedió el noviciado a los hermanos betlemitas que administraban el hospital San Roque. El edificio se usó entonces para alojar enfermos y en la Cripta se efectuaron entierros.


Foto: La Voz

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