miércoles, 18 de mayo de 2022

El centinela de piedra asoma en La fragua

CAPÍTULO XII (fragmento)


 – ¿Ha estado en la Cordillera de los Andes? En algún lugar leí que el Aconcagua era un volcán… –preguntó Mariana. 

–Ah, ese es mi tema: sé mucho de montañismo, pero de volcanes lo sé TODO –con una rama escribió, sobre la tierra salpicada de piedritas, “Ackon-Cahuac”–. En lengua huarpe, significa “centinela de piedra”, traducido al castellano como Aconcagua. En realidad, no es un volcán, sino un pedestal de sedimentos marinos cubiertos por una masa volcánica. Los guías internacionales que llegan al Aconcagua dicen que sus casi 7.000 metros equivalen al ascenso de un pico de 8.000 metros en Asia, si se tiene en cuenta el esfuerzo físico y psicológico, porque las condiciones climáticas en los Andes Centrales son más severas: menos vegetación, humedad relativa escasa y muy bajo porcentaje de oxígeno. Por si fuera poco, los vientos producen zonas de baja presión, y los campos base desde los que se empieza el ascenso están a más de 4.200 metros. Esas son algunas de las razones por las que en el Aconcagua han muerto más escaladores que en el Everest y el K2 juntos. La mayoría de los picos en Europa y Estados Unidos difícilmente llegan a los 4.200 metros, por lo que muchos andinistas europeos y americanos no están habituados a las condiciones imperantes en el Aconcagua y suelen ignorar las señales de peligro, como edemas de pulmón o mal de montaña. Además, está su pared sur: según los entendidos, es la escalada más difícil que existe, una muralla vertical de 3.000 metros de altura en la que se transita todo el tiempo por hielo y roca. Yo subí por esa pared: no lo volvería a hacer en mi vida.



Foto: https://www.andesport.com/

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  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.