martes, 26 de abril de 2022

Una excursión a El Mogote en La fragua

CAPÍTULO XI  (fragmento)

LA NOCHE ESTRELLADA (VAN GOGH)


 Retomaron la marcha hasta el Cerro Mogote, donde llegaron al caer la tarde. Con su celular provisto de GPS, les mostró a los turistas la posición y coordenadas del sitio en donde estaban.  

–Este es el Cerro Mogote u Horqueta de Achala, el más alto del macizo Los Gigantes. Su cima está a 2.376 metros sobre el nivel del mar. Es fácil de subir, pero también lo dejaremos para mañana. Ahora hay que descansar, armar las carpas y luego preparar la cena. Vamos a acampar allí, en el prado, cerca de ese refugio de piedra, llamado El Refugio de los Nores. De adolescente, yo solía acampar en esa caverna que está en la base del cerro, pero las carpas son más cómodas. Ya estamos grandes para hacer de cavernícolas, ¿no?

Las risas del grupo confirmaron que todos preferían dormir cómodos esa noche. Compartieron la merienda. La cena la haría él, para todo el grupo, después de armar las carpas. 


Foto: https://whympr.com/

  

Habían terminado la cena una hora atrás y los turistas dormían después de disfrutar la visión de los valles desde las alturas colindantes con el Mogote. Él no había entrado a las carpas: permanecía fuera, embelesado con la noche. 

La constelación de Taurus y las Pléyades titilaban en el frío nocturno. También podía adivinar la posición de Aldebarán, la estrella naranja: la había visto muchas veces a través de un telescopio. Era abril, así que las constelaciones Boötes, Virgo y Canes Venatici podían verse con claridad, al igual que Orión, con las azules Tres Marías y Betelgeuse, la supergigante roja. 

Desde el preciso filo de Los Gigantes, desde donde se divisan a la vez Punilla y Traslasierra, observó las luces del primero de esos valles, con la miríada titilante de las poblaciones entre las dos cadenas y la más notoria constelación de Córdoba detrás de las Sierras Chicas. Ese espectáculo nunca dejaba de maravillarlo.

Tiempo atrás, cuando aún concebía la idea de un Dios etéreo, un demiurgo flotando sobre el mundo, había pensado que Dios vería las cosas más o menos como él las veía ahora. Por mucho tiempo, él había buscado a Dios y a La Verdad en el cielo y las estrellas. Pero su momento de Iluminación había llegado el día en que se asomó al interior de la caldera del Ojos del Salado, al interior de la Tierra, cuando se volvió sobre sí mismo: en las entrañas recónditas donde se hallaba la fragua de Vulcano había hallado la razón de ser de todas las cosas, de la creación y de la destrucción, de sí mismo.

 


martes, 19 de abril de 2022

Caraballo llega a Metzadir en La fragua

                                                                     CAPÍTULO XLIX (fragmento)

IO

Pasado el primer momento de tensa expectativa, Máximo sintió frustración: no había nadie en la vivienda. La consigna en ese caso era revisar, con precaución de no malograr ninguna inspección posterior, ya que cada centímetro de la casa iba a ser analizado. Rápidamente, el grupo se dividió el examen de la estancia. Con la adrenalina fluyendo todavía y después de hacer un recorrido por distintas habitaciones, Caraballo se dirigió al pasillo que comunicaba con el subnivel. Al aproximarse a la escalera, advirtió una inscripción realizada en la pared oscura por encima del dintel de la puerta que marcaba el tránsito hacia el subsuelo. Eran caracteres extraños, cuya procedencia no reconoció.



No parecían árabes, aunque tenían reminiscencias orientales. Máximo hizo que les tomaran varias fotografías y luego descendió por las escaleras hacia el subsuelo.

Al ingresar, apareció ante él un enorme y lóbrego pasaje cuya disposición le recordó inmediatamente a la galería de un museo. No había cuadros colgando de la pared, sino dos series de imágenes: las fotos seriadas de un recorrido por el Jardín de los Fugitivos en el muro derecho y la propia recreación que Corostic había realizado en el muro de la izquierda, con los cuerpos de las víctimas emulando a los muertos por la erupción.


jueves, 14 de abril de 2022

sábado, 9 de abril de 2022

Una excursión al Valle de Los Lisos en La fragua

CAPÍTULO XII (fragmento)

 A la siesta, emprendieron la marcha hacia el Valle de Los Lisos. Caminando a buen ritmo y deteniéndose cada tanto a apreciar el paisaje, el grupo se internó en el vallecito cerrado, con su tapiz de hierbas serranas surcado por arroyos fríos y cristalinos. El paisaje excavado durante millones de años quitaba el aliento: balcones de vegetación recorriendo paredes graníticas de centenares de metros, árboles colgados sobre abismos, cursos de agua hundiéndose entre roquedales, senderos de pasto serpenteando por aleros suspendidos. Las rocas flanqueaban el camino de tal forma que creaba en ellos la ilusión de estar navegando por el cañón de un río. En cualquier dirección que miraran, en rincones recónditos, alturas inaccesibles y pendientes linderas con barrancos y cañadas, se desplegaba el encanto de las sierras. El aire del Valle de Los Lisos parecía atravesado por extrañas vibraciones, como si esa porción del mundo estuviera regida por leyes distintas a las del resto, como si perteneciera a un orden primigenio donde los árboles y las rocas aún arrancaban ecos de los primeros días, cuando el género humano no existía. 

Foto tomada de voydeviaje.com.ar

lunes, 4 de abril de 2022

Una aproximación a El Bosco en La fragua

CAPÍTULO XXXIII (fragmento)

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS (EL BOSCO)


 Luego de su redescubrimiento, la Municipalidad de Córdoba había recuperado la Cripta para la realización de conciertos, representaciones teatrales, muestras y conferencias que fueran apropiadas para el recinto. Ese día, una muestra con reproducciones del Bosco recientemente inaugurada había convocado a una nutrida concurrencia. Al cumplirse la hora de cierre, después de invitar a retirarse a los más rezagados, un guardia de seguridad comenzó a cerrar el acceso frontal de la Cripta. En la pequeña oficina habilitada para fines administrativos, dos empleadas iniciaron el arqueo de rutina con la recaudación del día. El otro guardia sacó dos vasitos de plástico colmados de la máquina automática de café ubicada en el mismo cuarto y se unió a su compañero en la nave central. Ya sin visitantes, ambos se permitieron una pequeña contravención y encendieron un cigarro para compartir, esperando que las administrativas terminaran su tarea. 

Los muros de piedra bola, cal y ladrillos de barro cocido reverberaban con las luces de los cirios, situados para producir efectos luminosos más intensos. Al caer la noche, sin movimiento de gente, las reproducciones del Juicio Final del Bosco, enfocadas por dicroicas, se fundían con las paredes de la nave central de la Cripta. Sus figuras, monstruos y hogueras adquirían una presencia fantasmagórica, mientras los sonidos del exterior, filtrados por la estructura, poblaban el recinto con murmullos de catacumba.

En la sección donde un tríptico mostraba escenas del Infierno y del Diluvio, una sombra se proyectó sobre las imágenes de la Caída de los ángeles rebeldes y La Humanidad acosada por demonios. Las diminutas hogueras de los cirios temblaron cuando una figura cruzó lentamente en dirección a la nave central.


Detalle de El Diluvio, La Humanidad acosada por los demonios, de El Bosco (foto de https://reproarte.com/es/)


Analía Bonifay y el autor, con los ejemplares que intercambiaron

  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.