lunes, 30 de mayo de 2022

Brahe, Kepler y Newton en La fragua

CAPÍTULO II (fragmento)

LOS COMPAÑEROS DEL MIEDO (MAGRITTE)


 Mucho tiempo atrás, ambos habían sido dos aventajados alumnos en la universidad. A la vez que mantenían una cordial competencia académica, habían trabado amistad. Dasombrío estaba mucho más dotado para el trabajo clínico que para el teórico, en el que Hagenbach descollaba. Después de graduarse, habían trabajado en colaboración durante algunos años. Cuando comenzaron a dedicarse a casos de delincuentes reincidentes, los caminos profesionales y vitales de ambos iniciaron una lenta pero inexorable separación: Hagenbach se sumergió completamente en la investigación, mientras Dasombrío colaboraba con las fuerzas policiales en la elaboración de perfiles psicológicos de criminales, una de las vertientes de su tarea de diagnóstico en el campo clínico. Por la misma época, se había casado.

A partir de esa bifurcación de caminos, su amigo había consolidado una exitosa carrera como teórico, casado con su ciencia, mientras él llevaba la vida de un marido y profesional enfocado en que sus conocimientos pudieran hacer una contribución social concreta. Ambos habían mantenido una amistad a distancia durante las décadas siguientes, a base de llamadas telefónicas y correspondencia más que de encuentros cara a cara. Siguió atentamente el trabajo de su excompañero, una ardua década fundamentando el vínculo entre la violencia de masas y la existencia de asesinos seriales y múltiples en diversas sociedades. Cuando su tesis recibió las máximas distinciones internacionales, él se alegró sinceramente. Convertirse en una autoridad científica implicó para su amigo atravesar todos los ritos académicos que ambos habían criticado en su época de rebeldía estudiantil, cuando su interés en común por la psicología se mezclaba con su afición por las relaciones especulares.

–Sos como Tycho Brahe, el mayor genio observador de su época. Yo soy como Kepler, el mayor teórico –solía decir su amigo. Muchas veces habían tenido conversaciones citando esa frase, recreando aquel juego de estudiantes. En su juventud, Hagenbach había pensado que un científico social tenía que ser capaz de encontrar la estructura del sistema de comportamiento humano, así como Newton había encontrado la estructura del Sistema del Mundo. Dasombrío, en cambio, se encontraba más interesado por lo que él llamaba el trabajo concreto. A ambos, la presencia del otro le resultaba tan estimulante y fructífera, profesional y humanamente, que, aun respondiendo a impulsos distintos, habían podido trabajar en colaboración durante mucho tiempo.

Con el paso de los años, el positivismo juvenil de Hagenbach había cedido. Cuando publicó su tesis, el éxito en el mundillo académico le dio ocasión a su amigo de felicitarlo y reflotar aquel juego juvenil: 

–Ahora sí, podés sentirte Newton.

–Ja, eso me gustaría. Pero los dos sabemos que no es cierto. ¿Recordás Cosmos, de Carl Sagan?

– ¿Qué parte? 

–El capítulo en el que escribe que Kepler sistematizó las mediciones de Tycho. Bueno, por mucho tiempo yo no he hecho mucho más que sistematizar las tuyas. Pero estoy lejos de construir leyes de las que pueda derivar las propias observaciones. Sigo siendo Kepler, y vos Tycho Brahe.

El tiempo había pasado, pero ciertas cosas no cambiaban: Hagenbach había apelado ahora a ese mismo recurso para sacarse a Aguirrestegui y al caso de encima. De esa forma, el asunto había llegado al profesor.



Foto: https://www.idartes.gov.co/es/agenda/encuentro/padres-mecanica-celeste

sábado, 21 de mayo de 2022

Loringhoven escucha “Return to innocence” de Enigma, en La fragua

 

CAPÍTULO XLVII (fragmento)

 

Loringhoven hizo una pausa de sus labores en la Conae para llamar a la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Mientras esperaba que atendieran, miró los verdes terrenos aledaños al complejo y pensó que no le vendrían mal unas vacaciones.

–Biblioteca, buenos días –dijo la voz, en un tono que la geóloga relacionó inmediatamente con la serenidad aséptica que caracterizaba a la bibliotecaria a cargo en ese horario.

–Buenos días, llamo por un pedido que hice hace un tiempo. Es el volumen de Rojo y Jagla, lo necesito y se supone que ya lo deben haber devuelto.

–Un segundo, voy a chequearlo.

Luego de un momento, la voz reapareció.

–Lo lamento, pero todavía no lo devolvieron.

– ¡Hum! ¿Todavía no? Pero ya es tiempo… en su momento hice el pedido por e-mail, pero alguien lo sacó antes de que yo lo buscara. Insisto, realmente lo necesito.

–Tiene razón, vamos a contactar a la persona que lo sacó y exigirle que lo traiga, porque ya pasó el plazo. 

–El asunto es que ese volumen es clave para la dirección de varias tesis. Ya lo hubiera comprado si no estuviera agotado. Nadie lo tiene.

–Entiendo perfectamente, le aseguro que haremos todo lo posible para recuperarlo. Tengo su dirección en la ficha de lectores; en atención a la demora, en cuanto tenga el volumen, se lo enviaremos.

–Se lo agradezco mucho, gracias.

Un poco fastidiada, Loringhoven colgó. Decidió escuchar algo de música, y programó “Return to innocence”, de Enigma, en su computadora.



miércoles, 18 de mayo de 2022

El centinela de piedra asoma en La fragua

CAPÍTULO XII (fragmento)


 – ¿Ha estado en la Cordillera de los Andes? En algún lugar leí que el Aconcagua era un volcán… –preguntó Mariana. 

–Ah, ese es mi tema: sé mucho de montañismo, pero de volcanes lo sé TODO –con una rama escribió, sobre la tierra salpicada de piedritas, “Ackon-Cahuac”–. En lengua huarpe, significa “centinela de piedra”, traducido al castellano como Aconcagua. En realidad, no es un volcán, sino un pedestal de sedimentos marinos cubiertos por una masa volcánica. Los guías internacionales que llegan al Aconcagua dicen que sus casi 7.000 metros equivalen al ascenso de un pico de 8.000 metros en Asia, si se tiene en cuenta el esfuerzo físico y psicológico, porque las condiciones climáticas en los Andes Centrales son más severas: menos vegetación, humedad relativa escasa y muy bajo porcentaje de oxígeno. Por si fuera poco, los vientos producen zonas de baja presión, y los campos base desde los que se empieza el ascenso están a más de 4.200 metros. Esas son algunas de las razones por las que en el Aconcagua han muerto más escaladores que en el Everest y el K2 juntos. La mayoría de los picos en Europa y Estados Unidos difícilmente llegan a los 4.200 metros, por lo que muchos andinistas europeos y americanos no están habituados a las condiciones imperantes en el Aconcagua y suelen ignorar las señales de peligro, como edemas de pulmón o mal de montaña. Además, está su pared sur: según los entendidos, es la escalada más difícil que existe, una muralla vertical de 3.000 metros de altura en la que se transita todo el tiempo por hielo y roca. Yo subí por esa pared: no lo volvería a hacer en mi vida.



Foto: https://www.andesport.com/

miércoles, 11 de mayo de 2022

Una visita a la Conae de Falda del Carmen en La fragua

                                                                 CAPÍTULO XXXVI (fragmento)

LA BELLA JARDINERA (DA VINCI)


Loringhoven enganchó la gargantilla en su mentón y suspiró. Afuera hacía un día precioso, pero sería una jornada larga, en la que trabajaría hasta que cayera el sol.

De todos modos, no se quejaba. De profesión geóloga, se había especializado en vulcanología y trabajaba en el Instituto de Altos Estudios Espaciales de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) en el programa dedicado al estudio de volcanes a través de imágenes satelitales. Su labor también incluía gratificantes viajes y visitas a conos activos, en reposo y resabios de vulcanismo en Córdoba y el resto del país.

En ese momento, hacía una pausa en sus tareas en el centro para dedicarle unos minutos a las actividades académicas relacionadas con el doctorado en Ciencias Geológicas. Además de ser profesora de ese posgrado, oficiaba de directora, tutora y docente de consulta de los doctorandos que estaban preparando sus tesis. Entró a la página web donde se almacenaban las listas de trabajos en proceso: 

- “Geología, Petrología y Geoquímica del basamento ígneo-metamórfico del sector norte de la Sierra de Velazco, Provincia de La Rioja”.

- “Paleosismología de la falla de empuje activa La Calera. Aplicación de modelos de degradación de escarpa de fallas”.

- “Geología, mineralogía y petrogénesis de yacimientos pegmatíticos del distrito Totoral, Sierra de San Luis, Argentina”.

- “Plutonismo de las Sierras de Altautina y Quebrada del Tigre, de las Sierras Pampeanas Orientales, Argentina”.

- “Diaclasas verticales, efecto de retracción, redes hexagonales y fragmentación de masa en columnas prismáticas: disyunciones columnares en ignimbrita en el norte de Chile”. 

El seguimiento de tesis era una tarea ardua que requería de planificación, por lo que revisó bibliografía hasta cerca del mediodía, cuando empezó a sentir apetito. Entonces, bajó al comedor del complejo. Luego de ordenar su menú (“la pechuga con ensalada de zanahoria y huevo, por favor”), buscó una mesa cerca de la ventana.

A esa hora, con el sol en el cenit, el comedor era especialmente luminoso. Los trabajadores comían distraídamente el almuerzo. Afuera, el paisaje verde de Falda del Carmen hacía pensar que se trataba de tierras feraces, aunque en realidad estaban lejos de las pampas y muy cerca de las sierras.

Un colega se levantó para retirarse con el diario bajo el brazo. Ella se lo pidió prestado. Como era su costumbre, empezó por la página de Policiales.

Nunca llegó a hojear el resto de las secciones. Después de ver la serie de fotos que ocupaban toda la página y de leer rápidamente la nota a la que ilustraban, reparó en el oficio de la Unidad Judicial de Homicidios que la acompañaba. Buscó un teléfono fijo y llamó al número que figuraba allí.

Romich atendió la llamada.


Foto: prensa Conae (Argentina.gob.ar)

domingo, 8 de mayo de 2022

El profesor Dasombrío escucha “Babooshka” en La fragua

                                                      CAPÍTULO LV (fragmento)


En su estudio, mientras escuchaba “Babooshka”, el tema de Kate Bush cuyo comienzo siempre le generaba melancolía, Dasombrío revisaba copias de algunos informes del caso que Caraballo le había proporcionado. Entre ellos, había escritos donde Corostic declaraba su fascinación por la vulcanología y la astronomía, describiéndose a sí mismo como “alguien fascinado por la Tierra y por el Cielo”.

Había varios párrafos dedicados a destacar que, en el año 2012, el despertar del Ojos del Salado había coincidido con el tránsito de Venus entre la Tierra y el Sol. Corostic alardeaba de sus conocimientos, anotando que el tránsito precedente había tenido lugar en 2004, 122 años después del anterior en 1882. “Por eso, en el 2004 no había ninguna persona viva que hubiera presenciado un tránsito antes, como no habrá ninguna en el tránsito siguiente, que se producirá en el año 2117”.  

En otro texto, encontró la cita de la frase de Kepler favorita del criminal. De inmediato, recordó el juego de asociaciones Hagenbach-Kepler y Dasombrío-Brahe; aunque sonara paradójico, sintió que compartir la admiración por el astrónomo con alguien que había matado a tantas personas no le resultaba incómodo. 

En cambio, sí le produjo congoja evocar la asociación de Dell´ Arthur como Plinio el Viejo y de Caraballo como Plinio el Joven, la figura en el aire que tan claramente había captado Loringhoven. No pudo dejar de coincidir con Máximo en la sensación de sentirse como piezas de una partida cuyos movimientos habían sido preestablecidos, cuerpos celestes condenados a respetar órbitas y trayectorias por la fuerza de la ley de gravedad.





domingo, 1 de mayo de 2022

Una cita a John Douglas en La fragua

CAPÍTULO IX (fragmento)


 El experto en asesinos seriales John Douglas, un año después de retirarse del FBI, en 1996 (Getty Images).


 Tomó un volumen de tapas duras de su maletín y lo blandió ante ellos. 

– ¿Ven este libro? La frase de cabecera del autor, John Douglas, es: “Si quieren entender al artista, analicen su trabajo”. Douglas escribió tres libros sobre el tema; uno de ellos es un clásico. Se llama Cazador de Mentes: dentro de la unidad de crímenes seriales del FBI. Él dirigió investigaciones en la unidad de Ciencias del Comportamiento durante 20 años. Recomiendo su lectura. Para construir el perfil de un asesino serial, los especialistas del FBI analizan la escena del crimen desde una perspectiva distinta a los demás peritos en criminalística: un perfilista no busca huellas digitales, muestras de sangre, semen, cabellos o algún tipo de evidencia que sirva para una condena, sino que trata de identificar en la escena del crimen los rasgos que permitan establecer cómo es la personalidad del homicida –explicó.

En las oficinas contiguas sonaban los teléfonos. Era una hora de frenética actividad en la Central, con agentes yendo de un lado para otro, como dejaban adivinar las sombras detrás de los vidrios.

“Hacer un perfil criminal sirve como herramienta, pero no resuelve todo, solo es una ayuda y asistencia a la investigación: definir un perfil, para orientar la búsqueda y achicar el rango de posibles sospechosos. Construir el perfil es tanto ciencia como arte, así que no esperemos resultados inmediatos; estos casos se resuelven más por detalles que por perfiles. En la medida en que combinemos lo que yo hago, más el análisis de materiales y la escena del crimen, protocolos y autopsias, fotografías, reportes policiales, el estudio de las víctimas, pongamos juntos todos esos datos y los resultados de la investigación, tenderemos una red que en algún momento nos permitirá atraparlo. Pero sepamos que puede ser difícil. Douglas escribió: ‘Sometimes, the Dragon wins; a veces, el Dragón gana’”. 


Analía Bonifay y el autor, con los ejemplares que intercambiaron

  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.