miércoles, 26 de enero de 2022

Reseña del libro “La fragua”: causas y efectos de un crimen (en suplemento Número Cero de La Voz del Interior)

 Esta primera novela de Norman Berra es un relato policial que transcurre en la ciudad de Córdoba.



Rogelio Demarchi

Con el paso del tiempo, desde el 1800 hasta nuestros días, y gracias a la acción de una gran y significativa cantidad de autores, el género policial se ha legitimado como una de las corrientes principales de la literatura.

Es más, en su interior se han consolidado diferentes “tradiciones”: el policial blanco y el negro; el policial de enigma; el thriller; el relato desde el punto de vista del asesino; un policial más político, que narra la corrupción del sistema. Incluso, en los últimos años, la ficción policial que se identifica con la novela social y hace del policía un trabajador más de una sociedad cualquiera.

Sin definirse por completo a favor de una de esas subespecies, Norman Berra (Córdoba, 1972) ha publicado La fragua, su primera novela. La acción transcurre en la ciudad de Córdoba, en plena década de 2010, por algunas referencias textuales, y describe el accionar de nuestra policía frente a un asesino serial: el “señor S” asesina parejas en su noche de bodas.

El recurso de la omnisciencia le permite al narrador transmitirnos desde un principio la idea de que lo sabe todo. Pero para hacer avanzar el relato, Berra dosifica la información que nos brinda y genera un efecto interesante: el lector sabrá más que la policía y los otros actores, pero, por supuesto, menos que el narrador mismo.

¿Otros actores? Además de la policía y el asesino, entrarán en escena el poder político y la prensa. Si lo anterior es propio del policial de enigma, esta es una característica del policial como novela social: la narración busca develarnos algo del orden de lo sociológico, ya que pone bajo análisis a la sociedad misma.

Por un lado, está nuestra evaluación del asesino: ¿es un monstruo? Si lo fuera, no necesitaríamos entenderlo; solo atraparlo y castigarlo. Ahora, si no lo es, si entendemos que es un ser humano más que simplemente traspasó un límite para nosotros infranqueable y cometió un crimen, ¿no es nuestra obligación intentar comprender qué produjo en él esa transformación? Es aquí donde entra en juego un psicólogo forense que se encarga de trazar un perfil del asesino serial para intentar develar su psiquismo, sus ritos, la selección de sus víctimas, y entonces, anticipar sus próximos movimientos.

Por otro lado, ¿pueden los diversos actores sociales entender y respetar los tiempos que le puede demandar a la policía resolver un caso complejo? La novela pone bajo su lupa al poder político y a la prensa, y en ambos casos responde negativamente. El lector, simbólico representante de estos dos agentes, padecerá por momentos en carne propia la lentitud del procedimiento policial, que debe enfrentar el enigma del crimen a infinidad de burocráticos protocolos.

link al artículo original

jueves, 20 de enero de 2022

Turismo con La fragua (2): un paseo por el río Yuspe


 Ojos de agua en el río Yuspe (foto de Ana Cristina Carranza).


CAPÍTULO XI (fragmento)

LA NOCHE ESTRELLADA (VAN GOGH)


Llegaron temprano por la mañana. Luego de dejar el vehículo a cargo de un lugareño en el refugio de piedra con tejados rojos próximo al río Yuspe, él y el grupo de cuatro turistas –dos santafesinos y dos porteños– emprendieron el camino hacia Los Gigantes, las moles graníticas ubicadas al norte de la Pampa de Achala. Los excursionistas llevaban el equipaje indispensable, tal como se los había indicado, para que la marcha se hiciera a buen ritmo. Solo uno, el santafesino de mayor edad y ascendencia alemana, llevaba bastones telescópicos para trekking. 

El primer tramo de la travesía por los ojos de agua que formaba el Yuspe en las rocas se hizo más lento: el líquido resonaba en pequeñas cascadas, se intrincaba en laberintos rocosos y los turistas se detenían a menudo, maravillados por los estanques naturales formados en las oquedades de piedra, semejantes a morteros excavados por una raza de gigantes. El cielo, reflejado en esos pozos, parecía más próximo que nunca. Las montañas, en cambio, aún se veían lejos. Habían caminado largo rato y Los Gigantes lucían impertérritos y distantes respecto de la expedición.

La meseta de pastizales recios, azotada por el viento, fue dejando paso a las rocas de la base del macizo. Una nube dividía la vista de la montaña en dos partes: la más baja, con sus rocas iluminadas, atravesadas por múltiples vetas, grietas y fisuras: el nivel siguiente, solo visible como una silueta oscura. Pronto comenzaría el ascenso más trabajoso.

Al llegar al pie del cordón, les explicó que el trekking que estaban haciendo se podía considerar como un paso intermedio entre la actividad de campamento y el montañismo. En los dos días siguientes iban a tener oportunidad de hacer otras actividades de escalada.

–Incluso vamos a practicar rappel, una técnica que se utiliza para descender por medio de cuerdas en zonas verticales o muy inclinadas –les dijo.

La mañana estaba soleada y no muy fría, pese a la altura. El viento hacía cimbrear los pastizales y la cadena montañosa se sobreponía al horizonte que sus ojos podían abarcar. Los turistas se maravillaron con el descubrimiento de una cueva y un manantial cercano surgiendo entre las piedras. Él aprovechó para ilustrarlos e impresionarlos a la vez.

–Las rocas del lugar son fascinantes. Tengan en cuenta que el cuerpo de Los Gigantes es una intrusión de granito del período precámbrico, así que abundan rocas coloridas de los tres materiales que forman el granito: la mica, el cuarzo y el feldespato.

Los turistas lo miraron, sorprendidos por sus conocimientos; no les dijo que ese detalle en particular no lo había aprendido leyendo material de geología, sino el cuento Final del Juego, de Julio Cortázar.

–Considérense afortunados por estar en Córdoba, una provincia hermosa, que es casi como una representación a escala del país: tiene una columna vertebral al modo de la cordillera, compuesta de varias cadenas de montañas, de las cuales están viendo la más grande e imponente; tiene también amplias extensiones de llanura, como las pampas, montes, desiertos y salares; y hasta un mar propio, el único mar interior de la Argentina.

viernes, 14 de enero de 2022

Una lectora comparte sus vacaciones con La fragua


Foto aportada por "Tati" Luján.
 

Turismo con La fragua (1): un paseo por el río San Antonio

 


Foto del río San Antonio en la zona de Cuesta Blanca (fuente: Airbnb).


CAPÍTULO III (fragmento)

EL OJO DEL SILENCIO (ERNST)


Le gustaba caminar por el río bordeando las rocas, que allí eran grises e imponentes, y disfrutaba en particular de ese lugar al que le había dado un nombre propio: El Ojo del Silencio, porque le recordaba al cuadro de Max Ernst, una especie de teatro con rocas altas donde el río se encajonaba, proyectando reflejos y reverberaciones de luz danzando contra las aristas de piedra que enmarcaban ese tramo del río San Antonio.

    La fascinación por el lugar tenía que ver con la visión del óleo de Ernst, también con esa especie de embudo silencioso que producía la disposición de las rocas y con el vértigo que sentía al asomarse hacia el calmo y oscuro ojo de agua, unos 20 metros por debajo de sus pies, al que nunca se había atrevido a arrojarse. Desde la primera vez que vio El Ojo del Silencio, experimentó una aprensión difícil de definir, como una suerte de temor reverencial. Esa sensación permanecía como un enigma que no había podido descifrar en cientos de visitas al lugar. Quizá fuera la calma superficie del agua, con una oscuridad que muchas veces no dejaba pasar la luz; quizá fuera ese vacío del que todos los sonidos parecían fugarse, dejando el silencio suspendido entre las paredes de piedra.

    A pocos metros de allí, el río se dejaba apreciar en su esplendor de colores, olores y sonidos. El desnivel y el agrupamiento de piedras lo dividían en dos brazos desiguales, sobre un conjunto de rocas grises con vetas más claras en plano inclinado hacia el oeste, formando dos pequeñas cascadas donde el torrente se hacía blanco espuma por un momento para luego retomar su color cristalino, teñido de amarillo hacia la orilla por la arena y salpicado de sol en toda la extensión de la olla en la que se embalsaba antes de encontrar otro rápido. Soplando contra la corriente, el viento de ese momento creaba la ilusión de que el flujo del curso de agua se había invertido.

    El río traía piedras de infinitos tamaños, texturas y minerales, como una representación a escala microscópica de la inmensidad de la Creación. Las miraba y se preguntaba de dónde provenían, cuán viejas eran, por cuántas edades del mundo habían pasado, si habían permanecido impasibles allí o habían sido arrastradas desde paredones, cuevas o despeñaderos. Solía pasar horas caminando y saltando descalzo entre las piedras para sentir el contacto con la roca y comprobar satisfecho que su cuerpo aún era firme y que sus reflejos y sentido del equilibrio le permitían hacerlo todo como cuando era adolescente.



jueves, 13 de enero de 2022

Repasando influencias de La fragua (2): El silencio de los corderos, de Thomas Harris


Jodie Foster con un cordero, en una imagen promocional de la película El silencio de los corderos, basada en la novela homónima de Thomas Harris.


 CAPÍTULO XXXVIII (fragmento)


Romich, satisfecho por lo que consideraba un momento cumbre de su carrera periodística, salió a comer con Tapia para festejar. Fueron a un restaurante recomendado por Di Lillo: consultaron la carta y pidieron salmón ahumado y cordero con brócoli, todo regado con vino de excelente cosecha.

Comieron y bebieron abundantemente. A la hora de los postres, Romich estaba exultante. Quería compartir su buena estrella con Tapia, con todo el mundo. 

–Hoy me llamaron unos policías, tratando de asustarme. Dijeron que me acusarían por obstrucción a la justicia. ¿Sabés qué les dije? “Váyanse a la mierda. Sin mí no tendrían nada, la única razón por la que cuentan con Loringhoven es que yo publiqué las fotos. Yo les di a la geóloga, que es la única pista concreta que tienen. Hagan lo que quieran, demándenme; el diario, el canal, todos me respaldarán”. 

Tapia sonrió, cómplice.

–Me quieren dar lecciones de ética periodística a mí, cuando Aguirrestegui y su ladero operan todo el tiempo con ese pregón del gobierno, ese pasquín oficialista... jajaja, no saben qué hacer, pobres pelotudos, casi los compadezco. 

El periodista bebió un trago de vino. Entonces, Tapia dijo:

–La verdad, haber llegado a la Cripta antes que la policía fue un golpe de suerte, ¿no?

–Sí, claro; pero no se trata solo de tener la oportunidad, sino de saber verla y saber usarla. Y, modestamente, ahí estuvimos más que bien, ¿no?

El fotógrafo asintió, levantó la copa e hizo el ademán de brindar.

– ¡Salud!

martes, 11 de enero de 2022

Repasando influencias de La fragua (1): Dragón Rojo, de Thomas Harris

 

El Gran Dragón Rojo y la mujer revestida de Sol, acuarela de William Blake que inspiró a Thomas Harris para su novela Dragón Rojo, quien a su vez inspiró al autor.

CAPÍTULO IX (fragmento)

Luego de un almuerzo compartido de una hora, volvieron a la Central. Dasombrío conversaba con Dell´ Arthur y Muane, cuando Caraballo se acercó agitando el diario del día. En la página de policiales había una referencia al flamante equipo de investigación a cargo del caso del señor S.

– ¿Qué opina de Hagenbach? Tengo entendido que fueron compañeros de estudio. ¿Le molestó que intentaran reclutarlo en lugar de haberlo buscado a usted, que ya ha trabajado antes con la policía? –preguntó Máximo, intentando que pareciera casual, pero al profesor no se le escapó cierta intención provocativa.

Tomó un vaso de agua antes de contestar.

–Las cualidades del doctor Hagenbach están fuera de discusión. Walter ha propuesto una teoría sobre los asesinatos en serie más abarcativa que las anteriores. Que en Pakistán hubiera un asesino como Veerapan, que en Yemen apareciera un Abdallah al-Hubal o que en el siglo XV hubiera existido un Gilles De Rais era difícil de explicar con las teorías que planteaban a esos asesinatos como emergentes de las sociedades industriales modernas. Por otro lado, es cierto que conozco a Walter desde hace años: fuimos compañeros de estudio. Pero pertenecemos a clases diferentes de especialistas. Él es un gran teórico, un arquitecto de la especialidad, probablemente el más versado de Latinoamérica en lo suyo, y lo sabe. También sabe que no es la persona adecuada para trabajar en la elaboración de un perfil criminal.

–Y usted sí.

–Tengo estudio y experiencia concreta en diagnósticos y perfiles, que es lo que se necesita en este caso.

–Entonces, retomemos el trabajo –propuso Caraballo.

Dell´ Arthur silbó dos veces para llamar la atención, iniciando la segunda parte de la reunión.  

–El profesor nos orientará respecto a qué tipo de persona puede ser el señor S. De esa forma, podremos achicar el rango de sospechosos. Él hará una contribución de especialista, pero la tarea de descubrirlo es un trabajo colectivo entre todos. Para eso hay que buscar periodicidad, coherencia en el móvil, un modelo de conducta que se pueda reconocer o identificar y que nos ayude a encontrarlo.

A Dasombrío le pareció oportuno ilustrar las implicancias de construir un perfil criminal en el marco de una investigación policial como la que tenían entre manos.

–Hemos tenido casos célebres de asesinatos múltiples en Argentina, pero este asesino serial representa un desafío distinto. Los homicidas múltiples matan por motivos más que nada emocionales, en un arrebato violento. En cambio, estos asesinatos son planificados. 

Tomó un volumen de tapas duras de su maletín y lo blandió ante ellos.

– ¿Ven este libro? La frase de cabecera del autor, John Douglas, es: “Si quieren entender al artista, analicen su trabajo”. Douglas escribió tres libros sobre el tema; uno de ellos es un clásico. Se llama Cazador de Mentes: dentro de la unidad de crímenes seriales del FBI. Él dirigió investigaciones en la unidad de Ciencias del Comportamiento durante 20 años. Recomiendo su lectura. Para construir el perfil de un asesino serial, los especialistas del FBI analizan la escena del crimen desde una perspectiva distinta a los demás peritos en criminalística: un perfilista no busca huellas digitales, muestras de sangre, semen, cabellos o algún tipo de evidencia que sirva para una condena, sino que trata de identificar en la escena del crimen los rasgos que permitan establecer cómo es la personalidad del homicida –explicó.

En las oficinas contiguas sonaban los teléfonos. Era una hora de frenética actividad en la Central, con agentes yendo de un lado para otro, como dejaban adivinar las sombras detrás de los vidrios.

“Hacer un perfil criminal sirve como herramienta, pero no resuelve todo, solo es una ayuda y asistencia a la investigación: definir un perfil, para orientar la búsqueda y achicar el rango de posibles sospechosos. Construir el perfil es tanto ciencia como arte, así que no esperemos resultados inmediatos; estos casos se resuelven más por detalles que por perfiles. En la medida en que combinemos lo que yo hago, más el análisis de materiales y la escena del crimen, protocolos y autopsias, fotografías, reportes policiales, el estudio de las víctimas, pongamos juntos todos esos datos y los resultados de la investigación, tenderemos una red que en algún momento nos permitirá atraparlo. Pero sepamos que puede ser difícil. Douglas escribió: ‘Sometimes, the Dragon wins; a veces, el Dragón gana’”.


Los lectores siguen compartiendo: La fragua en verano (3)

 

La fragua busca su lugar en la biblioteca, entre Dolina y Cortázar (foto del lector Javier Torres).

viernes, 7 de enero de 2022

Los lectores siguen compartiendo: La fragua en verano (1)

 


Leonor Favilla, con el primer título de la trilogía de las sombras y a la sombra del sol estival (foto de Martín Zampino).


jueves, 6 de enero de 2022

A 30 años del aluvión que arrasó San Carlos Minas, una referencia a la tragedia en La fragua

 

CAPÍTULO XII (fragmento)


–He leído que gran parte del agua que después baja a los valles se origina en las Sierras Grandes, en vertientes y arroyos como este, que van formando ríos –comentó uno de los turistas.

–Sí, aproximadamente un 75 por ciento del agua de toda la provincia nace acá. Muchísimos cursos de agua descienden de las montañas y pampas de altura y alimentan los arroyos y ríos que desembocan en valles y diques. Las crecientes son verdaderos espectáculos, aunque no dejan de ser peligrosas.

– ¿Pero son realmente tan peligrosas?

–El 6 de enero de 1992 el arroyo Noguinet, que en invierno es apenas un hilo de agua, se convirtió en una pared líquida de 300 metros de frente y ocho metros de altura. Arrasó 100 casas de una población que se llama San Carlos Minas y causó 35 víctimas. Una crecida así ocurre una vez cada cinco mil años, pero de hecho hay crecidas con cada lluvia importante. Nunca hay que subestimar lo que baja de la montaña.


Cauce del arroyo Noguinet, en San Carlos Minas (foto Ramiro Pereyra/La Voz).




En el Día de Reyes, un fragmento de La fragua con un protagonista de la realeza

 CAPÍTULO LV (fragmento)


La Reserva Natural Parque Luro se ubica a solo 35 kilómetros de Santa Rosa, la ciudad capital de la provincia. Constituye la mayor reserva natural de caldén de todo el mundo. Sus riquezas incluyen médanos, laguna y la flora y la fauna típicas del monte pampeano. Asimismo, posee una amplia variedad de servicios: camping, cabañas, pileta, servicio de comidas y muchos otros que hacen a los visitantes vivir una experiencia única. 

El avistaje de ciervos se realiza en salidas grupales de 20 personas, conducidas por guías profesionales que las acompañan a avistaderos ubicados estratégicamente, donde se puede apreciar la belleza del ciervo colorado y la flora y fauna típicas del monte pampeano.

El bosque de caldén vibra con el ruido de las cornamentas al chocar: luchan por la posesión del harén. Al llegar al avistadero, ya es posible apreciar en el descampado a los machos, cada uno con su grupo de hembras, que conviven con ellos en la época de procreación. Giran en círculos y braman, irguiendo la cabeza y sacudiendo las cornamentas, desafiándose.

La experiencia de avistaje es única: ver a uno de estos machos con la cercanía que proporcionan los binoculares produce una sensación inenarrable, ya que muchos de ellos son ejemplares magníficos, de gran porte y cornamenta, y hermoso pelaje. Con justicia, es llamado “el rey del monte pampeano”.


El logo de Aforismos, donde se hizo la presentación oficial de La fragua en noviembre de 2021 (gentileza de Bárbara Lallana).

Analía Bonifay y el autor, con los ejemplares que intercambiaron

  Foto tomada en el encuentro de Narrativa en Biblioteca Córdoba, viernes 27/9/2024.